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La misteriosa visita de Murdoch a Colombia

3 Oct

 
 
por KIEN&KE

Rupert Murdoch, el hombre más poderoso del mundo en el campo de las comunicaciones,  estuvo en Colombia tres días de la semana pasada. Fue una visita misteriosa.

Se hospedó en el Hotel J.W. Marriot en donde alquiló un piso entero. Grandes medidas de seguridad, total discreción. Lujoso el alojamiento, grande la cuenta.

La primera noche de su visita, Murdoch comió con el ex presidente Álvaro Uribe. Nadie sabe de qué hablaron, ni quien pagó la cena. (Tampoco se sabe si Murdoch y Uribe comieron bandeja paisa)

A la siguiente noche, Murdoch cenó con Juan Carlos Esguerra  y Juan Carlos Echeverry, ministros de Justicia y Hacienda, respectivamente. El sitio de la reunión: el elegante Harry’s Bar. Ningún colombiano sabe de qué hablaron los tres, ni quien pagó la cena. Nadie cree que haya sido el ministro de Hacienda. Tampoco se conoce si se tomaron o no unas “polas”

A la mañana siguiente Rupert Murdoch desayunó en el Marriot con Juan Carlos Pinzón, ministro de Defensa y Mauricio Cárdenas,  ministro de Minas. Tampoco nadie sabe de qué conversó el trío. Nadie cree que Murdoch haya venido a Colombia a enterarse del cuestionamiento que el senador Jorge Enrique Robledo le hizo al recién nombrado Ministro de Minas quien –según Robledo- se posesionó mientras su padre, Jorge Cárdenas Gutiérrez, aún actuaba como presidente de Fedebiocombustibles. Y eso no tendría sentido, porque Kien&Ke ya publicó la “chiva”. Pero si eso fuera la razón de Murdoch para haber venido a Colombia, ¿asistió Juan Carlos Pinzón a la comida para defender al ministro de Minas? No es posible. El Mindefensa no se ocupa de esa clase de problemas y el Minhacienda se defiende solito. Lo único que se sabe con certeza que el desayuno debió costar una mina de plata.

El tercer día de su visita, Rupert Murdoch se reunió con el presidente Santos durante una hora antes de regresar a Nueva York en su avión privado. ¿Qué le respondió el Presidente? ¿Hablaron en español, en inglés o en mandarín? Nadie sabe lo sabe. Tampoco nadie sabe si Murdoch vio con sus propios ojos el estado en que está la calle 26 que lleva al aeropuerto. (¡Qué vergüenza con el hombre!)

Que Murdoch, a los 81 años, viniera personalmente a Colombia es muy misterioso e intrigante.  Definitivamente, lo decimos por enésima vez, nadie sabe a qué vino. ¿Por qué le interesa nuestro país? ¿Qué tiene Colombia que no tengan otros países? Ni los periódicos ni los medios han dicho algo. Total hermetismo.

A propósito de la vista de Murdoch a nuestras tierras, valdría la pena recordar algunos aspectos de la historia de este magnate australiano nacionalizado en Estados Unidos, director y principal accionista de News Corporation  que abarca medios tales como The Sun y The Times y cadenas de televisión como Fox y Sky, la corporación de medios de comunicación más grande e influyente del planeta.

EL IMPERIO DE MURDOCH

O COMO HACER ORO CON LA BASURA.

Empecemos por decir que la alucinante fortuna que Rupert Murdoch  consiguió amasar con el negocio de la comunicación se debe a su instinto para apostar por lo más innoble del alma humana y sacar grandes  utilidades de su lado más débil, “ese que el alma comparte con los intestinos”. Despertar la morbosidad de la gente, esa es la clave “murdochiana”.

El imperio de Rupert Murdoch lo componen 176 periódicos, una red de televisiones de pago, productoras de cine, portales de Internet, grupos editoriales, sin más ideología que la que produce el dinero.

Este hombre se hizo poderoso y rico a punta de negociar apoyos políticos, enlodar el periodismo y vender basura informativa. Sus medios han sido multados, han tenido que pagar cuantiosas indemnizaciones y varios reporteros suyos fueron a parar a la cárcel por prácticas por fuera de la Ley.

El problema no es sólo la degradación de la información, sino los métodos para obtenerla. Rebekah Brooks, editora predilecta de Murdoch,  a lo largo de su carrera compró y alquiló policías, grabó ilegalmente recintos íntimos y súper íntimos, ‘chuzó’ teléfonos –de los fijos y de los no tan fijos-, contrató detectives  para trabajos sucios, espió entrevistas de la competencia desde un baño e intervino mensajes en contestadores.

( Hipótesis sin fundamento: Murdoch vino a Colombia a explicar que no tuvo nada que ver con las “chuzadas” del Das)

Murdoch  ha dirigido su carga informativa a distintas partes del cuerpo humano: tiene periódicos para todos los gustos y sabores, para las partes nobles y para las menos nobles.

Para el córtex cerebral de los lectores exigentes tiene The Wall Street Journal y The Times , elaborados por periodistas de élite; para abastecer el fanatismo de la extrema derecha norteamericana usa la cadena Fox News, donde incluso proclama que Jesucristo hoy bajaría los impuestos; para ilustrar al obrero británico irredento despliega unos titulares detonantes, directos a los bajos instintos en el tabloide The Sun, que se pueden leer a cien metros de distancia a la entrada y salida de las fábricas.

LA CAIDA DE MURDOCH

Murdoch había convertido en la cloaca mayor al semanario  News of the World, el tabloide más vendido del Reino Unido. Una mezcla de política, sexo y sangre que vendía cada domingo más de 2.800.000 ejemplares. Pero digamos  la verdad: realmente los tales ejemplares no constituían un buen ejemplo para nadie.

Por las “cañerías” de este periódico amarillista corrían glándulas, sexos y vísceras procedentes de adulterios de famosos; crímenes llevados a la superficie a través de chantajes y teléfonos pinchados, amén de otras porquerías.

Pero la historia de las aguas negras del News of the World afortunadamente se acabó. Y no habrá “segunda temporada”. En julio de este año fue definitivamente clausurado. Y lo mejor: las personas decentes del Reino Unido (y también las de los demás reinos, países y principados del resto del mundo), no derramaron ni una sola lágrima cuando el periódico “pasó a mejor vida”. ¿Mejor vida? Tal vez no sea la expresión más adecuada. Pues al morir, el New of the World se fue al infierno…

Con el entierro del semanario sensacionalista -que llegó a la edad de 168 años-, se le dio un golpe severo a cierto tipo de periodismo que se basa en la invasión de la intimidad, la exageración y el empleo de cualquier medio, aun indigno o ilegal, para conseguir noticias. Que un viejito de 168 años se metiera en la intimidad de las personas, prueba que el News of the World era un viejo verde que bien merecía el castigo del infierno eterno.

El propio gremio de los periodistas era el mayor detractor del desaparecido tabloide, pues sabe del daño que estas publicaciones infligen a la profesión. “Muchas ‘chivas’ pero poca ética es cuestión de borricos”, dice cualquier periodista decente y con valores.

LA FILOSOFÍA DE MURDOCH

Murdoch, en sus periódicos impone su propio manual de estilo, un libraco de pastas amarillas, casualmente. “No busques prestigio sino exclusivas; escribe corto y asume riesgos”, rezan algunos de los principios consignados en el manual. (¿Es correcto llamar “manual” a un libro que sirve para tratar a patadas el periodismo?) Tal vez a Murdoch le faltó establecer  un principio capital: “No desprecies la basura amarillista. Su color es prueba del metal en que se puede transformar: el oro, contante y sonante”.

Si siguiéramos los consejos de Murdoch, deberíamos acabar este artículo ya mismo: “escribe corto”, ha dicho el octogenario. Pero en un acto de dignidad y rebeldía vamos a continuar este escrito, con la venia y el aval de los lectores.

A lo largo de su carrera Murdoch ha sido cuestionado. ¿Qué ha dicho en su defensa? Se ha puesto su máscara de luchador social y en tono cínico ha argumentado que “sus medios denuncian a los poderosos”. Pero su biógrafo William Shawcross escribe que atacan más “a personas en situación débil o vulnerable que a aquellas con influencia y privilegios”.

Aplausos para Shawcros. Siempre ha sido un honesto muchacho.

Pero Murdoch tiene derecho al pataleo: también ha alegado  en su defensa  que vende, a precio cómodo, la información que la gente quiere. Excusa que se derrumba ante la frase lapidaria de John Reith, fundador de la BBC: “El que se jacta de dar a la gente lo que cree que ella quiere está creando una demanda falsa para reducir el nivel de calidad y luego satisfacerla”. Otro aplauso para Reith, que también es un buen muchacho.

Pobre Murdoch: tiene mucho dinero, pero es pobre en argumentos, que es la peor de las pobrezas.

Del bochornoso episodio del News of the World sólo consuela saber que lo destaparon diarios que son ejemplo de periodismo sólido, serio y veraz, como el Guardian. Aplausos, por favor. ¡Gracias!

Ahora sí, volvamos a la pregunta inicial: ¿a qué vino Rupert Murdoch a Colombia? Si usted lo sabe, por favor échenos el chisme.